UN DÍA EN LA VIDA DE CALISTO
Todo comienza...
A las siete de la mañana, como todos los días, Calisto se levantaba de su confortable cama en el palacete familiar. Se vestía con noble ropaje para acudir al mercado y vigilar los negocios familiares.
Esta mañana Calisto, ha tomado un desayuno más abundante de lo normal, al acostumbrado desayuno, ha añadido dos piezas de pan, algo de carne y un poco de vino.
A las ocho de la mañana, cuando ha salido a la calle solo podía verse un par de viejos carruajes tirados por caballos, en dirección al mercado. En la puerta de su palacete le espera Sempronio con sus mejores galas junto al magnifico carruaje familiar. En apenas treinta minutos, Sempronio cruza las calles empedradas que lleva hasta el mercado, allí Calisto revisa la mercancía que ha llegado en los últimos días, luego acompañado de su fiel criado y el encargado del negocio se pasea por el mercado comprobando que todo funcione bien.
Al mediodía, Sempronio lleva de regreso al señor a su casa, allí almuerza con su familia a base de carnes, buenos vinos y fruta fresca.
Por la tarde Calisto y Sempronio acuden a casa de la vieja alcahueta Celestina para entregarle unas monedas de oro y pedirle ayuda para conquistar a su amada Melibea. La anciana, en esta ocasión le va a proponer realizar una venta de mercancía a Pleberio, el padre de Melibea, de esta manera Calisto podrá ver a su amada.
A altas horas de la noche cada día Calisto y su inseparable criado regresan al majestuoso palacete para tomar un poco de queso con vino y marcharse a su alcoba a descansar de tan agotador día.