Mi abuela Juana
Su retrato del ayer
Como si de una cantante de copla se tratara, mi abuela lucía su pelo negro recogido, Sus ojos claros, seguros, penetrantes reinaban en su cara, como pintada y poderosa. Estos estaban enmarcados por unas cejas perfectamente recortadas, un poco curvadas. El resto de rasgos - nariz, boca de rasgos gruesos - rebosan personalidad y hermosura.
Retratada junto a su familia se nota su fuerza, su poderío, que era una mujer de bandera y el día de la foto se había puesto muy guapa: unos pendientes largos y brillantes y un bonito vestido de flores.
Retratada junto a su familia se nota su fuerza, su poderío, que era una mujer de bandera y el día de la foto se había puesto muy guapa: unos pendientes largos y brillantes y un bonito vestido de flores.
Su retrato del hoy
Mi abuela Juana lleva el pelo corto y, como corresponde a su edad, ya lo tiene muy muy blanco. Sus ojos son ahora más pequeñitos y se han oscurecido bastante, tal vez después de tantas cosas vistas a lo largo de los años. Su nariz es anchita, sus labios finos. Sus orejas siempre está adornadas por pendientes, porque es muy coqueta. Debe usar gafas y las lleva muy modernitas, ahí se nota la mano y el gusto de mis tías. Su piel es clara y repleta de pequitas y lunares. Viste, como en la foto del ayer, un fresco vestido de flores.
Mi abuela es una mujer fuerte e inteligente. No pierde ni un poco de su memoria, lo cual nos viene muy bien cuando mi padre exagera alguna que otra cosa de cuando era pequeña. Los mismo ríe y ríe, que de pronto su risa se convierte en llanto y brotan lágrimas de sus ojos, como una sincera fuente. Se emociona con muchísima facilidad, pero igualmente ríe alegre y carcajadas también. Es sensata y se preocupa mucho cuando le cuentas que alguno de su familia está enfermo. Es la matriarca, tiene mucha gente a la que querer. A veces es quejoncilla y nunca está del todo bien, pero es normal. Le encantan las telenovelas y se mete tanto en las historias, que les grita a los personajes cuando hacen algo con lo que ella no está de acuerdo. No se la puede interrumpir cuando las ve. Sabe coplillas y a veces las canta. Tiene mucha paciencia con las bisnietas que no quieren darle besitos e incluso se ríe de la fuerte personalidad de las enanas. Es una suerte tener a la abuela Juana y que esté tan bien, pudiendo disfrutar de todos nosotros.
Mi abuela es una mujer fuerte e inteligente. No pierde ni un poco de su memoria, lo cual nos viene muy bien cuando mi padre exagera alguna que otra cosa de cuando era pequeña. Los mismo ríe y ríe, que de pronto su risa se convierte en llanto y brotan lágrimas de sus ojos, como una sincera fuente. Se emociona con muchísima facilidad, pero igualmente ríe alegre y carcajadas también. Es sensata y se preocupa mucho cuando le cuentas que alguno de su familia está enfermo. Es la matriarca, tiene mucha gente a la que querer. A veces es quejoncilla y nunca está del todo bien, pero es normal. Le encantan las telenovelas y se mete tanto en las historias, que les grita a los personajes cuando hacen algo con lo que ella no está de acuerdo. No se la puede interrumpir cuando las ve. Sabe coplillas y a veces las canta. Tiene mucha paciencia con las bisnietas que no quieren darle besitos e incluso se ríe de la fuerte personalidad de las enanas. Es una suerte tener a la abuela Juana y que esté tan bien, pudiendo disfrutar de todos nosotros.
La anécdota de los zapatos
Hace ya bastantes años, mi abuela y la mujer de mi padrino fueron al médico. Mientras esperaban su turno, mi abuela le comentó a la Tata (que así la llamábamos):
- ¡¡Ay, Mari, qué mal me encuentro!! ¿No me estoy viendo un zapato de cada clase?
La Tata casi se muere de la risa cuándo comprobó que ciertamente se había puesto un zapato distinto en cada pie:
- ¡¡Pero Juana, si llevas un zapato de cada, si uno es de tacón y el otro no!!
Os podéis imaginar cuánto se rieron allí en la sala de espera del médico y luego contándolo.
- ¡¡Ay, Mari, qué mal me encuentro!! ¿No me estoy viendo un zapato de cada clase?
La Tata casi se muere de la risa cuándo comprobó que ciertamente se había puesto un zapato distinto en cada pie:
- ¡¡Pero Juana, si llevas un zapato de cada, si uno es de tacón y el otro no!!
Os podéis imaginar cuánto se rieron allí en la sala de espera del médico y luego contándolo.