Un ejemplo a seguir
De: Miriam Moret
Toda una vida
Mi bisabuelo se llamaba Salvador y nació el 2 de noviembre del 1910 en un pueblo de l'Empordá. Siempre fue educado en escuelas religiosas, donde solo se impartía clase a niños, es decir, no era mixto. Cada día antes de empezar las clases tenían que rezar, ya que formaba parte de la educación de este tipo de escuelas. Se cambió de domicilio en varias ocasiones ya que su padre era trabajador de la empresa ferroviaria RENFE, y por ello tenían que mudarse de población muy a menudo.
Lo que marcó su infancia fue que a los 10 años de vida aproximadamente se contagió de tifus, que es un conjunto de enfermedades infecciosas producidas por una bacteria transmitida por diferentes antrópodos. Esta enfermedad era muy común y no tenía tratamiento. Entonces no le quedó más remedio que estar encerrado un año entero en casa para no contagiar a nadie, y estuvo a punto de morir en más de una ocasión.
En su etapa de adolescencia conoció a la que sería más adelante su futura esposa.
Tuvieron dos hijos, uno de los cuales es mi abuelo por parte de mi padre. Cuando todavía eran muy pequeños sobrevino la Guerra Civil y se vio obligado a ir al frente de guerra en el que estuvo tres años sin ver a su mujer y a sus hijos, que pasaron muchas penurias, entre ellas sufrir por sus vidas. La Guerra Civil (1936-1939) fue un conflicto social, político y bélico que enfrentó a unos españoles con otros. Mi bisabuelo durante su estancia en el frente vió morir a muchos de sus compañeros y amigos. Cada día era una lucha por la supervivencia.
Al terminar la guerra, regresó a casa en un estado irreconocible por extrema delgadez, aunque para él lo más duro fue no saber nada de su familia durante tan largo tiempo.
Una vez recuperado de su mal estado físico, empezó a trabajar igual que su padre había hecho en la RENFE, primero de guardagujas, después de jefe de estación y acabó siendo jefe de personal de la zona nordeste de España.
Fue reconocido con la Medalla al Mérito al Trabajo por el ministro de transporte. Conocía el nombre de todos los trabajadores y de sus esposas, y no eran pocos. Era muy querido por todos y cuando por exigencias de la empresa le obligaron a despedir un grupo de trabajadores que habían protestado, prefirió demitir y decidió poner fin a esa etapa de su vida y dar un giro profesional así que empezó a trabajar en una empresa textil de Sabadell durante ocho horas al día y por la tarde-noche en una empresa que fabricaba material sanitario. Estuvo trabajando aproximadamente hasta los 75 años.
A pesar de que no le sobraba el dinero siempre entregó parte de sus ganancias a causas humanitarias en San Juan de Diós y para la Madre Teresa de Calcuta a la que donó parte de su legado cuando murió.
Falleció el día que cumplía los 90 años y hasta el último momento siempre fue muy activo y alegre, de hecho condujo hasta los 90 años.