Tempus Fugit
Tempus fugit significa "El tiempo vuela"
¿De donde viene?
Tempus fugit es un tópico literario y su traducción significa "El tiempo vuela", y proviene del latín. La expresión aparece por primera vez en 'Geórgicas', poema escrito por el poeta romano Virgilio. La frase exacta es: ‘Sed fugit interea fugit irreparabile tempus’, y con ella nos invita a aprovechar el tiempo.
¿Cuando se empieza a utilizar y por qué?
A pesar de su procedencia clásica, el tópico del tempus fugit se manifiesta sobre todo a partir del siglo XV. La clase alta mejora su nivel de vida, por lo que se produce un cambio en cuanto a la forma de ver la muerte, que ya no será una forma de acceso a la vida eterna, sino una desgracia. Este espíritu es el que mueve el dicho popular de “el tiempo es oro”, visión burguesa del tópico latino.
A la de las muejeres de Francisco de Quevedo
En este poema de Francisco de Quevedo podemos ver claramente el tópico Tempus Fugit. Habla sobre el paso del tiempo en una mujer y de cómo son en cada etapa, aunque al final hace referencia a que ya sean jóvenes o viejas todas mueren y se las lleva el diablo.
De quince a veinte es niña; buena moza
de veinte a veinticinco, y por la cuenta
gentil mujer de veinticinco a treinta.
¡Dichoso aquel que en tal edad la goza!
De treinta a treinta y cinco no alboroza;
mas puédese comer con sal pimienta;
pero de treinta y cinco hasta cuarenta
anda en vísperas ya de una coroza.
A los cuarenta y cinco es bachillera,
ganguea, pide y juega del vocablo;
cumplidos los cincuenta, da en santera,
y a los cincuenta y cinco echa el retablo.
Niña, moza, mujer, vieja, hechicera,
bruja y santera, se la lleva el diablo.
Texto 22. SONETO de Francisco de Quevedo
En este poema podemos ver la presencia del pesimismo en todas las palabras. El autor va rememorando tiempos pasados que fueron muchos mejores. Por ejemplo: Los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados.... El final del poema habla de la llegada de la muerte.
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.
Salime al campo: vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos,
mi báculo más corvo y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.