Un día en la vida de Calisto
Se levanta de su cama de muy buena calidad para esta nuestra época del siglo XV, a las once de la mañana,se viste con su ropa nueva, que la había encargado a su modisto, era una capa verde, y una camisa blanca. Baja al salón donde le sirven su desayuno, que es mazapán, miel, anillos de naranja secos y muchas piezas de fruta.
Se dirige hacia su despacho, donde le paga a todos sus campesinos y sirvientes.
Una vez terminado todo esto,empieza a escribir poemas y canciones para su amada Melibea.
Es la hora de comer, en la mesa le sirven garbanzos, carne de ternera, patatas, vino y uvas. Aunque Calisto no satisfecho pide al servicio ese nuevo alimento, el maíz, que decía, le encantaba.
Ya por la tarde va a ver a Melibea, recitarle los poemas de amor que le había escrito por la mañana, y ella no quiere verlo, ni escucharlo, a si que manda a su sirvienta Lucrecia, que aunque nadie lo sepa, está enamorada de Calisto, y se muere de celos al ver que los poemas van destinado a su ama.
El señor se retiró al bosque a galopar y despejar su mente haber que podía hacer para que Melibea lo quisiera, su respuesta fue Pármeno.
Calisto, preocupado habla con su fiel amigo y sirviente Pármeno y le comenta lo de Melibea, este le ofrece ir a Celestina para que ella se rinda a sus pies. Este accede, ya que siempre quiere conseguir su propósito, pero le dijo que lo pospusiera para el día siguiente porque ya era muy tarde.
Cenó arenque, no pudo cenar más porque estaba muy cansado y no podía tirar más de su cuerpo.
Al acabar de cenar,se retiró a sus aposentos a descansar.