II TALLER DE CREATIVIDAD LITERARIA
" MÚSICA, MICRORRELATO Y GÉNERO"
En este segundo taller de creatividad literaria, -en el que han participado alumnos y alumnas de todos los grupos-, hemos introducido algunos elementos novedosos: la música y el inicio del microrrelato.
La actividad consistía en componer dos microrrelatos a partir del mismo inicio dado y adaptando cada uno de ellos a la música que se escuchaba antes y durante la escritura de cada microrrelato.
Para introducir un elemento de género, en algún momento de cada uno de los microrrelatos, debía aparecer la frase micromachista "Mujer tenía que ser".
A continuación, expondremos algunos el inicio dado y los temas musicales que han dado vida a cada uno de los sorprendentes microrrelatos que nuestro alumnado ha elaborado.
PRIMER MICRORRELATO: INICIO DE D. ADAMS Y MÚSICA DE WAGNER
INICIO DEL MICRORRELATO
En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento. En su órbita, a una distancia aproximada de ciento cincuenta millones de kilómetros, gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes de lectura directa son de muy buen gusto.
(Guía del autostopista galáctico, de Douglas Adams)
MICRORRELATOS RESULTANTES
Ella
En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento. En su órbita, a una distancia aproximada de ciento cincuenta millones de kilómetros, gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes de lectura directa son de muy buen gusto.
Pero para entender mejor a estos seres tan insulsos hay que retroceder en el tiempo hasta una época en la que los animales eran mucho más civilizados que ellos, una época cargada de odio, de sangre. Un período de guerras y desesperación, donde sobre sus caballos corrían por la gran explanada espada en alto dispuestos a dar su vida por la causa en la que creían, y al frente de tan gran ejército estaba Ella, había conseguido todo por cuanto había peleado en la vida y no estaba dispuesta a cedérselo a nadie. Aún recordaba cuanto tuvo que mancharse las manos para demostrar su valía frente a los hombres y como ella tantas más que gracias a su capitana habían conseguido exigir su derecho a luchar por su causa.
La guerra estaba en su punto álgido, había sangre por todas partes y cuerpos tirados por doquier y en el centro de los que quedaban estaba Ella. Había visto caer a muchas de sus compañeras y no descansaría hasta que su muerte hubiese merecido la pena. Justo cuando acababa de ensartar a un gigante con un hacha, se dirigió a ayudar a sus otras compañeras, pero con el rabillo del ojo divisó y esquivó por poco una lanza gigante que pasó a centímetros de su rostro. El autor de ese disparo sonrió relamiéndose, puede que porque tenía los labios secos o porque pensaba que terminaría pronto con su oponente. A Ella le importaba poco lo que le estuviera pasando por la cabeza , no duraría mucho con ella entre los hombros. Elevó su espada al cielo y, con un estremecedor grito de Guerra, salió disparada hacia el guerrero, del que pronto desapareció esa horrenda sonrisa, sobre todo cuando Ella incrustó su espada en su estómago haciendo que el guerrero cayese de rodillas expulsando sangre a borbotones por la boca y murmuró:- ...Mujer tenías que ser...- antes de que ella girase su espada, la extrajese y el cuerpo sin vida del guerrero cayese al suelo.
Ella lo miró con una mirada en la que se mezclaban orgullo, arrogancia y alegría por su victoria.
-Recuerda a donde quiera que vayas, que tuviste la suerte de morir bajo el filo de mi espada...-.
María Jesús Mendoza Guerola 1º Bach C
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La canica mágica
En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento. En su órbita, a una distancia aproximada de ciento cincuenta millones de kilómetros, gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes de lectura directa son de muy buen gusto.
En él ocurren cosas tan extrañas, como que, de una insignificante célula, aparece en tan solo nueve meses una persona nueva, como cuando de un huevo hacen una tortilla o de los granos de maíz salen palomitas. Todo gracias a una especie de magia que estudian unos magos a los que llaman ”científicos”, que día a día descubren nuevos fenómenos mágicos cómo que hay un imán en el centro de este planeta que hace que todo lo que sube, baje.
En un laboratorio mágico estaban un día, Juan y Ana, averiguando cómo se había formado esta gran canica en la que vivían. Juan decía que había sido por una explosión conocida como el Big Bang y Ana decía que había sido creada por otra especie de magia de un ser superior que es Dios.
Juan no podía entender lo que Ana decía, ni Ana lo que Juan, por lo que este le dijo “Mujer tenías que ser” creyéndose superior a ella. Ana le dijo que, en conclusión, la canica había sido formada por ambas magia y Juan terminó por aceptarlo.
María Jesús Naranjo Pulido. 1º Bachillerato A
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ÁNGELES DE LA MUERTE
En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento. En su órbita, a una distancia aproximada de ciento cincuenta millones de kilómetros, gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes de lectura directa son de muy buen gusto
Durante milenios, hemos permanecido escondidos, ocultos entre las sombras, hasta ahora. Conocemos bien los riesgos de darnos a conocer, pero es hora de un nuevo comienzo.
Con la luz del amanecer llegamos a la tierra, nuestras alas negras e imponentes hacen que no pasemos desapercibidos para los terrícolas, que corren despavoridos con nuestra sóla presencia. Ilusos. Si hubieran hecho algo bien, no estaríamos en esta situación. Nuestra especie, ha protegido su planeta desde el inicio de los tiempos, cuidando y asegurándonos de que no sufriera ningún daño. Pero que equivocados estábamos, no nos dimos cuenta de una cosa fundamental: son los propios humanos los que destruyen y mutilan su planeta.
Desciendo y me dejo caer lenta y suavemente en medio de una calle desértica, no hay ningún humano a mi alrededor, supongo, que, como les dicta su naturaleza, habrán huido. Avanzo unas calles más hasta que por fin encuentro a alguien. Una niña, parada en medio de la calle, no se le ve asustada, al contrario, por muy extraño que parezca, parece emocionada de verme. Sostiene algo con fuerza contra su pecho, un libro. Me acerco suavemente, lo suficiente como para poder leer el título del libro sin molestia: Angeles de la muerte.
Siempre he escuchado que la mujer es lo mejor que ha aportado este planeta, tanto por belleza como por inteligencia y ahora puedo corroborarlo. Se me escapa una sonrisa, mujer tenía que ser.
"Los soñadores no podemos ser domados"
Es lo último que escucho antes de que todo se vuelva negro.
Ana Giménez. 1º Bachillerato B
SEGUNDO MICRORRELATO: INICIO DE D. ADAMS Y MÚSICA DE PINK FLOYD
MICRORRELATOS RESULTANTES
Vigilancia de la Tierra
En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento. En su órbita, a una distancia aproximada de ciento cincuenta millones de kilómetros, gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes de lectura directa son de muy buen gusto.
Este planeta es vigilado por extraterrestres desde sus naves espaciales que lanzan rayos de colores para pintar el planeta, tiran linternas para formar las estrellas y pintan de negro una parte de la luna que nunca se ve, por eso le dan vueltas, pero no completas, cuando juegan al fútbol y la transportan sólo con la mente.
Para ellos, el tiempo no existe porque un día tiraron todos los relojes que tenían a unas basuras que llaman “agujeros negros”, donde van los extraterrestres que se mueren y ya no regresan más.
A veces, oyen lo que dicen los humanos que habitan en ese planeta azul verdoso y siempre oyen a alguien que dice "Mujer tenías que ser" y no entienden lo que significa, pero lo repiten muchas veces para aprender a hablar todos los idiomas de los humanos. Así, cuando obtengan un C1, podrán ir a visitar ese planeta tan esperado; lugar que ellos mismos crean poco a poco.
María Jesús Naranjo Pulido. 1º Bachillerato A
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Su lado oscuro
En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento. En su órbita, a una distancia aproximada de ciento cincuenta millones de kilómetros, gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes de lectura directa son de muy buen gusto.
Aterrizamos en lo que parece ser una especie de planeta, cercano al planeta azul verdoso. Nos fijamos en que no vivía nadie allí, entonces llamé a la ayudante para que me avisara si encontraba vida, y se fue mientras me respondía con un “sí, mi capitana”.
A los quince minutos de estancia en ese planeta, pude observar que el suelo estaba formado por una especie de polvo blanco y que la gravedad era casi nula. Mientras vagaba de un lado para otro, encontré a un ser que parecía ser inofensivo mientras maldecía a mi ayudante. “Mujer tenía que ser”. Fui corriendo de nuevo a la nave, mientras el extraño habitante me perseguía lentamente pero sin afán de herirme. Cuando llegué me la encontré allí sin hacer nada, sólo tumbada en el sillón y fue entonces cuando me di cuenta de que no era ella.
Saqué mi fusil, cuando el monstruo se quitó el disfraz de ayudante, y el extraño ser que me parecía inofensivo, me atacó de una manera asombrosa. No sabía dónde estaba. Me llevaron a su ciudad, y allí me la encontré, en una celda, casi muerta
Celia Marín Ramírez. 4º ESO A
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“La fiesta de las luces”
En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento. En su órbita, a una distancia aproximada de ciento cincuenta millones de kilómetros, gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes de lectura directa son de muy buen gusto.
En un recóndito lugar de este planeta, la música a todo volumen, allí me hallaba. Todo el mundo a mi alrededor no paraba de saltar, bailar, algunos vomitaban, otros se besaban y acariciaban desenfrenadamente. Yo estaba inmóvil en el centro de aquel antro, sentía envidia de que todos se divirtiesen excepto yo.
Llegó el momento en el que sentía la música lejana, se hizo una especie de silencio. Tacones volaban, hielos y alcohol se derramaban y mi mareo era brutal, si en aquel momento hubiera intentado andar, es seguro que habría caído al suelo desmayada. De repente, un chico con la camisa desabrochada, la cara muy enrojecida y el pelo moreno azabache revuelto se me acercó. Si no lo recuerdo mal, no pronunció ni una palabra, simplemente me agarró de la cintura y me hizo girar muchas veces. Después, muy rápidamente me llevó a un rincón apartado y me subió la falda pero yo le detuve; sabía sus intenciones pero en aquel momento casi ni podía mantenerme en pie. Él sólo dijo: “Mujer tenías que ser” y me percaté de que ese chico con la camisa desabrochada era mi novio, la persona con la que compartía un pequeño piso a las afueras de Madrid desde hacía dos años.
Pero no importa, ya no tendría que discutir más con él, bajo aquella estridente música, mi cerebro decidió que esa noche volvería a casa sola en un taxi, sin su peculiar compañía.
Elena Vega Carmona. 1º Bachillerato A
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LUCHA POR EL CONOCIMIENTO
En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento. En su órbita, a una distancia aproximada de ciento cincuenta millones de kilómetros, gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes de lectura directa son de muy buen gusto.
Es la hora de empezar, echo un vistazo a mi alrededor y como siempre lo que veo no me sorprende en absoluto. Caras blancas y sin expresión me rodean, como cada día. Bajo de la inopia y comienzo a trabajar.
<< Derecha, izquierda, derecha... >>
Siempre es todo tan mecanizado que aburre, e incluso conozco casos de personas a los que esta situación los ha llevado a la más absoluta locura. Aquí, nadie habla, nadie piensa por sí mismo, simplemente cada uno se dedica a su tarea sin socializar con nadie.
Algo interrumpe mi trabajo, la máquina se ha detenido y no puedo seguir. Salgo de la fábrica y me dirigo al almacén para coger el material que hace falta para la reparación. Cuanto antes se arregle, mejor.
Me paro y durante un segundo mi respiración se acelera, para un instante después detenerse drásticamente. No creo lo que mis ojos ven, es una niña, pero ella no es blanca, como nosotros, al contrario, ella tiene sus propios colores, nunca había visto nada igual. Agarra un libro con fuerza, como si tuviera el secreto del universo en sus manos. Me sorprendo cuando me tiende el libro, la miro asombrado y desconcertado. Mujer tenía que ser. Los libros están prohibidos para los terrícolas, castigado con pena de muerte a aquellos que osen romper la ley. No se cómo habrá conseguido uno.
Miro a la niña extrañado, está radiante y feliz, cuando debería de estar temiendo por su vida. La ley es igual para todos. Agarro las herramientas y me voy, prometiéndome no decir nada sobre mi descubrimiento, pero antes de irme la niña me da el libro a la vez que me recita:
"LOS LIBROS SON COMO LA COCAÍNA, AL PROHIBIRLOS TE ENTRAN GANAS DE METERTE UNAS LÍNEAS"
Ana Giménez. 1º Bachillerato B
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“Caso extraño”
En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento. En su órbita, a una distancia aproximada de ciento cincuenta millones de kilómetros, gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes de lectura directa son de muy buen gusto.
En el que el pequeño Stuart, un valiente e insensato niño de las calles de Luisiana camina en busca de sucesos que encantan a Deck, un policía corrupto que piensa que la justicia está hecha de leche y chococrispy, como los lo que tomaba todos los días antes de salir del trabajo.
Stuart estaba investigando el caso del laberinto bajo la calle de Stuche Stree, en el que se intuía que había ocurrido un asesinato. Stuart era el que hacia el trabajo sucio y Deck se otorgaba el trabajo realizado.
Además, Stuart sabía que Deck estaba implicado en el tráfico de osos de peluche que llegaban al puerto en contenedores de metal.
Stuart empezó a sospechar de él y convenció a una de sus mejores amigas para infiltrarse en la vida de Deck, una tal Susan, que se incorporó al cuerpo de policía de Deck y de la que este, después de un largo tiempo, se enamoró de ella.
Susan engatusó a éste y le sacó todo lo que Deck no le había contado a Stuart. Resuelto el caso del laberinto, Stuart comenzó a perseguir a Deck. Con las pruebas de Susan y la inteligencia de Stuart, querían crear otro caso de asesinato en el que Deck tuviera que ser el que lo resolvería. Este caso fue su propia muerte, en la que estaban implicados Susan y Stuart como asesinos. Deck no volvió a levantar cabeza al igual que lo que hacía en su trabajo.
Murió maldiciendo a Susan y diciendo que “mujer tenía que ser” porque ésta la enamoró e hizo con él lo que quiso.
Francisco Alcántara Zafra. 1º Bachillerato A
TERCER MICRORRELARO: INICIO DE A. MONTERROSO Y MÚSICA DE WAGNER
INICIO DEL MICRORRELATO
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
MICRORRELATOS RESULTANTES
“Control en el río”
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Le miró a los ojos y descubrió en él a un ser maligno. Corrió hacia la puerta. El dinosaurio la perseguía. Salió de su casa y, mientras corría para ponerse a salvo, recordó que había quedado por la mañana con su chico en el andén. Estuvo varios minutos corriendo y se encontró con su novio. Se abrazaron y la mujer le explicó todo.
El dinosaurio se encontraba a unos metros de ellos. Corrieron muy deprisa y un precipicio les entorpecía el camino. Era su oportunidad de librarse del monstruo. El chico saltó y logró llegar, pero la chica cayó al río. La falda le traicionó y por ella se precipitó al vacío. “Mujer tenía que ser”.
Su chico se lanzó a rescatarla. Se agarraron a un tronco que había por esas aguas. Ambos quedaron inconscientes y, cuando despertaron, no recordaban nada y se encontraban en la orilla de una playa.
Ya había pasado todo lo malo y se fueron a sus casas como si nada.
Antonio Luna Zamora. 1º ESO A
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Superhéroes
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
La siesta que me permití no sirvió de mucho. El dinosaurio se acercaba más y más. Me estaba buscando, pero no me encontraba. Intenté moverme, pero dificultó la situación. Una roca cayó y el dinosaurio lo escuchó. Ya sabía dónde estaba.
Antes de que me pudiera matar, llegó un tipo de superhéroe: -¡Mi salvación! pensé. Estaban luchando el superhéroe y el dinosaurio, pero el dinosaurio evolucionó y le salieron alas y escupía fuego. El superhéroe activó su poder secreto, que era lo necesario como para matarlo. Él necesitaba ayuda, y se la pidió a la mujer. Unieron sus fuerzas, pero la mujer disparó su rayo contra el superhéroe.
El superhéroe, antes de morir, pudo matar al dinosaurio. Él, decepcionado, dijo: -Mujer tenía que ser.
Fernando Rodríguez. 2º ESO B
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El día a día de un dinosaurio
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
El dinosaurio estaba soñando que volaba como un superhéroe y se comía todos los pájaros que se interpusieran en su camino.
Cuando una mujer le despertó, éste dijo:-¡Mujer tenías que ser!-.
Después de esta disputa, el dinosaurio fue a recoger el correo y el sol radiante que había en el cielo se nubló en unos segundos.
Alzó la mirada y ... un meteorito lo pulverizó como si de una mosca se tratara.
Juan Manuel Moreno Guerrero. 1º ESO B
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La terrible pesadilla
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Se encontraban en un lugar oscuro. De repente, se vio una luz, empezaron a perseguirlos y ellos salieron corriendo.
Se abrió una puerta y salieron a un bosque. Allí siguieron corriendo.
De repente se vio a gente aplaudiendo y un hombre dijo:
- ¡Mujer tenía que ser la que se creyera que la perseguían a ella y a su dinosaurio!
Y una mujer que estaba allí dijo:
- ¡¡¡¡¡Era una broma!!!!!!!
Todos empezaron a reírse y el dinosaurio cogió a la mujer y se fueron.
Vivieron para siempre los dos juntos y nunca se supo nada más de ellos.
Y entonces… despertó de esa terrible pesadilla.
Marta Pintor Rosal. 1º ESO B.
CUARTO MICRORRELATO: INICIO DE A. MONTERROSO Y MÚSICA DE PINK FLOYD
MICRORRELATOS RESULTANTES
“Pesadilla en la casa”
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Parecía estar muy cabreado y la miraba con unos ojos muy oscuros. Ella se acercó a él y empezó a hablarle.
Entonces el dinosaurio la achuchó contra la pared y empezó a correr. “Mujer tenía que ser”. Bajo corriendo las escaleras y le dio a la mujer con la zarpa. Ella cayó y se levantó hasta llegar a la cocina. Otra vez el dinosaurio estaba pisándole los pies y, de repente, escuchó a la policía.
Hubo un momento en el que no se escuchaba nada. Era la señal de que todo volvía a la normalidad.
De repente, unos relojes empezaron a sonar y me levanté de la cama. Todo había acabado.
Antonio Luna Zamora. 1º ESO A
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Aprieto
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Tenía mucho miedo. Estaba muy tensa.
Empezó a correr y miró hacia atrás. Había una horda de dinosaurios, y parecían muy hambrientos. La mujer corrió y corrió, pero, de repente, tropezó.
No sabía qué hacer. Los dinosaurios estaban allí. Cuando faltaba un metro entre la cabeza de la joven y la afilada dentadura de un dinosaurio, fue teletransportada mágicamente hacia una nave espacial. Los marcianos le decían: "Mujer tenías que ser". Empezaron a golpearla.
Sonó la alarma del reloj. Todo fue una pesadilla. Todo lo que había soñado no fue nada.
Fernando Rodríguez. 2º ESO B
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La muerte de Paco
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Tuvo que correr porque le perseguía. Salió de aquel edificio y la calle estaba muy concurrida. De pronto, encontró un coche, lo cogió y se fue rápidamente de aquel lugar mientras que el dinosaurio le seguía.
De repente, chocó con otro coche que venía por el carril contrario. Cuando vio al conductor dijo:
-¡Mujer tenías que ser!-
Entonces el dinosaurio le arrancó la cabeza de cuajo y la arrojó varios metros de distancia.
Al día siguiente, toda la familia estaba en la iglesia, celebrando su entierro y de repente: las campanas sonaron.
Juan Manuel Moreno Guerrero. 1º ESO B
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“Un Viaje muy lejano”
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Sus vecinos la habían denunciado por tener un dinosaurio en casa y a ella, se le había ocurrido la fantástica idea de mudarse a Marte porque allí nadie podría molestarlos.
Empezó a construir una nave y, una vez, construida se fueron.
La gente estaba impresionada y comentaban que tenía que ser una mujer la que se hubiera ido.
Mientras, el dinosaurio y su dueña estaban corriendo verdaderas aventuras. Se metieron en unos asteroides que, después de dar varias vueltas, los expulsó a su destino.
Allí construyeron una casa y fueron felices los dos juntos.
Marta Pintor Rosal. 1º ESO B