EL SIGLO DE ORO ESPAÑOL
La Vestimenta, la Salud y la Higiene Personal
EL SIGLO DE ORO
El Siglo de Oro español fue un período de florecimiento del arte y la literatura en España, que coincidió con el auge político y posterior declive de la dinastía de los Austrias o Habsburgo españoles. El Siglo de Oro no supone fechas precisas y generalmente se considera que duró más de un siglo. Su inicio no sería antes de 1492, con el fin de la Reconquista, los viajes de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, y la publicación de la Gramática castellana de Antonio de Nebrija. Políticamente terminó en 1659, con el Tratado de los Pirineos, ratificado entre Francia y España.
El gusto por el lucimiento llevó a cambios constantes en la forma de vestir. Esto era palpable sobre todo en la corte de Madrid, capital de la monarquía y del imperio, donde nobles y damas de la corte inventaban constantemente nuevas modas en la indumentaria que rapidamente alcanzaban gran difusión.
La Vestimenta de la Clase Alta
VESTIMENTA MASCULINA
1 - Lechuguilla de gran tamaño que dignifica la figura.
2 - Capa de terciopelo negro y seda brocada.
3 - Ropilla de tisú blanco con bordados de oro.
4 - Puños de encaje rizado.
5 - Sombrero con adorno de joyas y una gran pluma.
6 - Calzas abombadas por encima de la rodilla.
7 - Medias de seda blancas ajustadas.
8 - Zapatos picados con lazos.
VESTIMENTA FEMENINA
1 - Peluca de tirabuzones a dos lados con lazos rojos.
2 - Tocado de plumas jaspeadas.
3 - Valona sobre los hombros.
4 - Brazaletes y lazos ceñidos a las muñecas.
5 - Cuerpo dorado terminado en grandes faldones.
6 - Pañuelo blanco de seda con encaje.
7 -Basquiña, colocada sobre el guardainfante.
La Vestimenta de la Clase Baja
VESTIMENTA SUBDITOS
Los que no podían costearse galas y ornatos lujosos, se contentaban con un vestido sencillo, compuesto de camisa amplia de lino o algodón, jubón terminado en pico con formas acuchilladas en las mangas, calzas cortas o bien a media pierna, medias de lana que se sujetaban con jarreteras (una especie de ligas).
Por su parte las mujeres humildes y de clase media vestían faldas largas, y sin adornos, combinadas con blusas o camisas sencillas. Normalmente se llevaba una pañoleta que cubría los hombros y se anudaba sobre el pecho.
La Medicina Cotidiana
En esa época existían en Madrid los Hospitales de la Latina y del Buen Suceso. Estos ya tenían un carácter de servicio público, con un enfoque polifuncional.
La sangría, la purga, la sudoración y las ventosas fueron técnicas cotidianas de la medicina, aunque también se usaron otros remedios como el polvo de momia, la piedra bezoar (cálculo que se encuentra en los intestinos de algunos animales), diversos antivenenos, y entre las técnicas quirúrgicas la trepanación craneal, la cauterización de heridas, la amputación de miembros y en general las curas de heridas e infecciones.
Además de los médicos, existían los llamados Maeses o barberos que con frecuencia hacían sangrías y otras atenciones menores como sacar dientes y muelas; también los Mestres o Maestros que eran los cirujanos, y dentro de su especialidad estaban muy orientados a curar el mal de la piedra (cálculos en la orina); los Sacapotras que se dedicaban a curar hernias y quebraduras y los Algebristas que arreglaban huesos luxados o rotos.
En cuanto a las enfermedades a que solían enfrentarse en esa época, ya hemos visto que la higiene brillaba por su ausencia, como demuestra la práctica de verter los residuos por las ventanas, además las escorrentías iban acumulando los residuos en las partes bajas de la ciudad, formándose un lodazal con condiciones higiénico sanitarias deplorables, a esto se sumaba la abundancia de piojos, ladillas y otros parásitos.
Las infecciones estaban a la orden del día, se producían epidemias como la viruela, también aparecía la sarna y micosis, la erisipela, el herpes, el tracoma ocasionaba ceguera, había tuberculosis. En los niños era típico el sarampión, la varicela y la difteria.
La Higiene Personal
En aquellos tiempos los propios médicos desaconsejaban los baños pues pensaban que el agua ablandaba el cuerpo al abrir los poros facilitando la entrada de las enfermedades. Esto era así que incluso pensaban que los ríos eran especialmente peligrosos para las mujeres pues si algún hombre o alguna de sus ropas estaban manchadas de semen y se sumergían en el arroyo, la probabilidad de que una mujer quedara embarazada por contacto era altísima al poder entrar el esperma por los poros de la piel.
La cara nunca se lavaba (se quitaban la mugre con un trapo) pues hasta el siglo XVIII se pensaba que el agua les podía perjudicar la vista, provocar dolores dentales e incluso resfriados. En las manos y la boca utilizaban agua rebajada con vinagre o vino, pero el resto del cuerpo, el no visible, nunca entraba en contacto con el agua pues pensaban que la ropa interior absorbía las impurezas.
El aliento tampoco debía de ser muy agradable, las frecuentes caries y alteraciones bucales debían provocar una fetidez importante. Para ello, durante los siglos XVI al XVIII usaban una pasta muy blanca a base de almidón y azúcar (alcorza) con la que hacían grageas. Pero también utilizaban otro líquido mucho más barato aunque no tan agradable como colutorio, la orina: curaba las enfermedades de los ojos, las quemaduras, las supuraciones de los oídos, las úlceras, las llagas de los genitales… Incluso se utilizaba para saber si una mujer estaba embarazada.