Un día en la vida de Melibea
Alba González Vergara, nº 12, 3º B
Melibea es una joven de la alta sociedad, con padres aristócratas. Es una mujer madura, irónica y decidida, que vive en un castillo con un hermoso huerto, donde vive un pacífico día a día.
Melibea se despierta hacia las diez de la mañana. Minutos después de despertar, Lucrecia, su sirvienta, entra en su habitación, trayéndole el desayuno a su cama, la cual es de roble, y tiene un delicado dosel. El desayuno de Melibea consiste en pan recién hecho con tomate, alguna pieza de fruta y leche.
Tras terminar de desayunar, se viste -con ayuda de Lucrecia- con un vestido de diario, sencillo pero elegante, además de peinarse con un bonito recogido.
Al no tener nada que hacer -ya que Pleberio, su padre, anda muy ocupado, como siempre. Además, no quiere pasar tiempo con Alisa, su madre, ya que, aparte de no tener relación alguna, solo se limita a especular sobre su boda-, decide salir al huerto, a pasear. Como todos los días, mientras disfruta del bello paisaje y el dulce olor a flores, nota la presencia de Calisto.
Calisto, un día más, le corteja con palabras bellas, mostrándole el placer que le causa verla, y la frustración que le causa su ausencia. Pero, para su desgracia, Melibea no duda en rechazarle, con ironía. Al parecer, aquel burgués nunca aprendería.
Cansada de oír al joven, abandona el jardín. Dentro del castillo, almuerza con sus padres. Este consta de caldo de carne con pan, carne en salsa con hortalizas y vino.
Al terminar de comer, Melibea pasa parte de la tarde estudiando. Agradece ser de familia noble, ya que podía permitirse unos estudios y un aprendizaje medianamente buenos.
Tras estudiar, conversa un rato con Lucrecia sobre cualquier cosa. Al llegar la noche, se sienta a cenar -vino, queso, potaje y pescado. Se toma un baño y, tras un último paseo por el huerto y disfrutar de la tranquilidad de la noche en el jardín, vuelve a sus aposentos a descansar, para repetir su rutina al día siguiente.